“Todo el mundo nos exhorta a luchar, a pelear, a pelear.
Pero sólo los boxeadores nos enseñan a hacerlo” J.R. Moehringer. El campeón ha vuelto. Duomo 2016
A mí el boxeo me emociona
y me espanta. No sé si sabría explicar por qué. Puede que a mí, que
tanto me gusta el deporte, el boxeo me traiga la sensación primaria del deporte
no ritualizado. Pero tengo mala conciencia por esta atracción. Tal vez por eso
he buscado complicidades en la literatura. En esta tarea me he encontrado con
Joyce Carol Oates, Norman Mailer, Eduardo Arroyo, Ernest Hemingway, Pasolini,
Jack London. Los que no sé y muchos implicados en mayor o menor grado. Y J.R.Moehringer, que es periodista.
El campeón ha vuelto es una historia sobre la escritura. Y del
boxeo como metáfora. A partir de estas reflexiones Moehringer (al escribir) y
Saterfield (un boxeador en cualquier caso) enhebran un tejido laberíntico con
los motivos para escribir y las razones para luchar.
Literatura y deporte establecen relaciones
que trascienden al hecho de escribir y a la naturaleza visual de la historia
que se cuenta. La implicación, el medio, la motivación, la reflexión, las
vivencias, la ideología y la empatia son condiciones que a veces encierran una narración inesperada o estrechan el reportaje entre
márgenes que lo hacen fluir por caminos que ni sabías.
Este relato parece un acto de investigación narrativa en el
que, al tiempo que el escritor nos descubre la vida del boxeador, desnuda la propia. Según Moheringer, Saterfield se enfrenta en el
cuadrilátero a lo mismo que él en su empeño por escribir su historia, no las
que otros quieren que escriba.
El relato es extraordinario y sorprendente. Un thriller sin
muertos pero con víctimas.
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