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sábado, 13 de abril de 2024

Elogio de las manos. Jesús Carrasco

 Elogio de las manos. Jesús Carrasco. Seix Barral

El huevo o la gallina. Esta es la tesis de esta novela, ¿Qué fue antes en el proceso de humanización, el movimiento o la inteligencia? Un poco más preciso ¿Las manos o el cerebro?

Me interesé porque oí hablar de esta novela como el relato de quien desarrolla su inteligencia trabajando con las manos y encuentra sentido en las metáforas que el trabajo manual genera. Y antes de que la comprara me la regalaron, porque mis buenos amigos saben de mi tendencia a liarme con herramientas y mejunjes de todo tipo. La misma razón por la que hay quien me llama Ratolín Gotelé cuando estoy en funciones de trabajo manual.

¡Claro! yo soy ese, me dije cuando oí hablar de ella, y puse mi esperanza en que esta pudiera ser mi justificación ante las personas que no entienden por qué disfruto haciendo, reparando, construyendo, creando formas. Por qué siempre hay una ruina en mi vida a la que pretendo dar sentido o cómo me gusta dar nueva vida a lo que otros tiran. O el poco interés que tengo por lo nuevo o lo masivo.

Llevaba leídas un centenar de páginas y no acababa de entender quien era el personaje que elogiaba el trabajo de sus manos en la reconstrucción de aquella casa sobrevenida. Me resultaba confuso ¿Pero vive allí? ¿De qué trabaja? Esta casa, que es la donación de un constructor con el que comparte barco y navegación ¿Qué significa? ¿Entonces, no es algo que él haya elegido, comprado con necesidad y esfuerzo...? Estaba realmente confuso, es más, me estaba recordando aquel libro sobre la invasión de las zonas rurales de algunas personas que se instalan en el campo con una cierta ingenuidad y despiste, en una actitud diletante que a veces genera esperpentos que relata muy bien Santiago Lorenzo en Los asquerososSe ve que la vivencia y la integración del trabajo manual en la vida, cuando se produce, es muy diferente en cada persona. Y yo no acababa de identificarme con las peripecias de la novela.

domingo, 10 de marzo de 2024

Ángel Ganivet y Don Pío Cid

Los trabajos del infatigable creador Don Pío Cid. El libro Aguilar 1998

Ángel Ganivet (1865-1898), independientemente de si fue precursor o miembro de la generación de escritores del 98, participa del intento literario de poner remedio intelectual y político a la decadencia del país y se suma a la corriente regeneracionista, incluso antes de que se produzcan los desastres del 98. Su posición tienen que ver con una visión literaria de los males que aquejan a la patria, y atribuye a sus personajes conductas que responden a un amplio abanico de razones que justifican un esfuerzo de regeneración ante la corrupción del país. Ahora nos referiremos a Don Pío Cid en el relato de su infatigable creación (Publicada en 1898, el mismo año de su muerte).

De los trabajos del infatigable Pío Cid no se deducen pensamientos ni deseos de entender lo que la gimnasia y el deporte, tan novedoso y presente en la época, pudieran aportar a la intención regeneracionista. Así que la regeneración de la patria, argumento recurrente en su conducta, tienen que ver con el ejercicio intelectual, espiritual y la práctica política.

viernes, 23 de febrero de 2024

Diarios 1999-2003 de Iñaki Uriarte


 

No sé hacer ejercicio.  Diarios 1999-2003. Iñaki Uriarte. Pepitas de calabaza.

Lo que se entiende sobre el juego y el deporte, algunas veces, esta más claro cuando no se habla de ello que cuando se intenta explicarlo. Cogido por los pelos, he encontrado en este escrito un atisbo de teoría que nos habla de la relación de los intelectuales con el ejercicio y, de forma más general, con el cuerpo. Atando cabos, jugando con significados y contradicciones, he intentado dar forma o desvelar un significado que no estaba explícito en el texto. Para mí diversión y la curiosidad de quien lo lea. 

No se hacer ejercicio. Tan simple como eso. Pasea, pasea, pero ¿Cómo se pasea? Me aburro. No le veo sentido. Hay gente a la que dirías: Hay que leer una hora al día, y le sería imposible. Lo mismo me pasa a mí con el ejercicio”.

En ningún caso lo juzga bueno ni malo. Su relación con el ejercicio la deja clara en las dos primeras palabras, “No sé...”. Siendo lector atento y crítico con lo que lee, seguramente, por esa ignorancia, no pone atención en la relación del ejercicio y el movimiento con el pensamiento, ni a las reflexiones que hicieron tantos escritores, pensadores y filósofos sobre este asunto: ejercitarse, caminar y pensar. Seguramente quien más relaciones encontró fue Rosseau, del que abundan las referencias en sus Diarios, pero también todos los que confiaron en el paseo como un ritual que les ayudaba a refrescar las ideas. Aristóteles y los peripatéticos, como no, pero también Nietsze y Kierkegaard. De Kant si que lo sabía, pero sus paseos Uriarte los relaciona con un deseo diferente a la posibilidad de que le ayuden en el pensamiento. Dice: “Otro filósofo obsesionado con vivir muchos años fue Kant, un completo maniático. Todos los días daba un largo paseo, cosa con la que no me meto, pero aseguraba que al andar había que llevar siempre la boca cerrada, para no coger catarros. Vivió hasta los 80 años”. Mi abuelo también decía lo de la boca abierta y, por que negarlo, es verdad, más que verdad, es de cajón ¿A quién se le ocurre pasear con la boca abierta?