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lunes, 27 de diciembre de 2021

Amatoria Sexualis. Dr. García Fraguas

 José Esteban García Fraguas. Amatoria Sexualis. Clínica de San Juan de Dios 1910

Fue profesor de educación física, licenciado por la Escuela Central de profesores y profesoras de Gimnástica que comenzó su andadura en 1887 y cerró en 1892. Por tanto, pionero de la educación física moderna. También era médico y avanzado de la fisioterapia. Militante del Regeneracionismo, su sentir ilustrado y humanista son el fundamento de todo lo que emprendió. Y, aunque a partir de 1902, parece que su condición de médico y, sobre todo, de gestor de la salud, puede más que su condición de profesor de Educación Física. Es la producción ilusionada, plasmada en libros y revistas, sobre el potencial de la educación física la que prevalece en el tiempo.

Su avatar vital le lleva a una producción entusiasta, más osada que valiosa, sobre muchos temas diferentes (escribió novelas y un tratado sobre el sistema nervioso). Ahora nos referimos a García Fraguas como el autor de un curioso estudio que, en cualidad de sifiliógrafo y Ex Jefe Técnico de la sanidad de Barcelona, escribe sobre “amor libre y prostitución” y que publica el año de su muerte. Por eso, ni se distribuyó mucho, ni se publicaron los siguientes volúmenes, diez tenía previstos.

Igual que confió en la educación física y en su propuesta luchadora contra los arribistas que impusieron su habilidad garrula y circense en las aulas, advierte de la intención de este libro “defender la honra del hogar, conocer el libertinaje en sus variedades y asechanzas, redimir a los anormales y locos y reglamentar a los viciosos incorregibles”. Y así fija los objetivos de su intervención “en la conservación y selección de las razas y de los individuos…”, que es una frase confusa y políticamente sospechosa, que debe ser interpretada en el conjunto de su obra para saber el alcance de lo que insinúa. Luego divaga por las manifestaciones motoras que evidencian nuestros sentimientos. Llama centrífugas y ajenas al carácter racional del ser humano, a las acciones que no responden a la voluntad.

lunes, 13 de diciembre de 2021

Enric Monforte y las palabras

Cuando la piel ha dejado de ser cómplice del amor 


Buscar las palabras que expliquen lo que sentimos en nuestro cuerpo podría ser un objetivo de la educación física. El encuentro con la palabra podría ser el remedio a la incomprensión que con frecuencia encuentra quien se dedica a las actividades que exigen fuerza, velocidad, decisión, coordinación… Un universo de emociones que solo dejan huellas en la memoria, que no puede entenderse en la experiencia de otros, a no ser que la palabra venga en tú auxilio. Como si el cuerpo fuera el agente de lo efímero y la palabra tuviera el poder de fijar y trascender.

En su poemario, Desert de pells, verso a verso, Enric Monforte va plasmando lo que puede explicar de lo que siente, confiando en que las palabras acunen, adormezcan las urgencias de la piel.

 

domingo, 21 de noviembre de 2021

El Juego del Calamar

 Dejen al juego y a los niños en paz

Dicen en las redes que hay padres y profesores preocupados por la influencia de la serie de televisión El Juego del Calamar en los niños y que, en algunos casos, sus juegos terminan en violencia, como en la película. Vaya cosa.

No hacía falta demasiada imaginación para ver la presencia de la muerte y la aniquilación del contrario en los juegos infantiles. Sin necesidad de recurrir a la descripción de la violencia infantil en El señor de las moscas, solo recurriendo a mi memoria, es evidente que eliminar a un contrario es la consecuencia lógica de ir consiguiendo objetivos hasta ser el vencedor en un juego. En muchos juegos infantiles se hacían prisioneros, como en el rescate, pero en otros juegos directamente se mataba al oponente y se le enviaba al cementerio, como cuando se jugaba a balón prisionero. Más allá de las metáforas que hacían referencia a la muerte, era normal que en el resultado del juego mediara el dolor. El tin de los pelotazos era un juego en el que se seleccionaba una pelota dura, que pudiera hacer daño y su única finalidad era dar un pelotazo a otro donde más doliera. Una variante era jugar a pies quietos, con el agravante morboso de que el perdedor debía aguantar estoicamente quieto esperando el pelotazo de quien había capturado el proyectil. El daño como objetivo del juego estaba presente en muchos juegos como en policías y ladrones, cuyo desenlace final era una carrera en la que uno, el que había encontrado un cinturón escondido, se liaba a cintarazos con los demás. El colmo del dolor aceptado como objetivo del juego, se daba en el juego de la taba. La taba es un hueso de la articulación de la pata trasera de algunos animales (nosotros usábamos tabas de cordero) que, tirada al aire, según de qué lado cayera, decidía quien mandaba (el rey), quien castigaba (el verdugo), quien se libraba y quien era castigado. Los castigos eran los cintarazos que, por orden del rey, recibía el que perdía. El rey decidía la cantidad, la fuerza y el lugar, y los ejecutaba el verdugo. No era raro acabar llorando. Eran muchos los juegos en los que estaba presente el dolor, pero en los que no lo estaba, si te retirabas antes de tiempo, la salida del juego podía desembocar en un castigo colectivo, que se llamaba la despe, y que consistía en una somanta de manotazos (algún golpe con el puño cerrado se escapaba) que se propinaban al que se iba. Una paliza que duraba lo que duraba una cancioncilla de un anuncio radiofónico que cantábamos al ritmo del linchamiento: Lo que necesita, es una frotadita con Vick-Vaporoub. Se frota y basta. Y en ese final arreciaban los golpes en fuerza y cantidad. (Sobre el juego infantil escribí en el blog Hombre de Palo tres artículos sobre el vértigo de jugar libre. Que están publicados en Cuentos de un zascandil).

viernes, 12 de noviembre de 2021

Los amantes periféricos. Jaime López Fernández

 No voy a desandarte después de tanto lloverte

Jaime López Fernández, Los amantes periféricos en editorial Bohodón. 

Empiezas a leer y te enredas en alguna de las consideraciones sobre lo que es ser un amante invisible, paralelos, infiel… A mi hoy me ha interesado la Consideración Nº 4. ¡Ah, la libertad sin daños colaterales, ese amago de felicidad, esa extraña quimera! porque estoy dando vueltas al esfuerzo que cuesta ser libre. La Consideración Nº 10 cualquiera de nosotros podría ponerla en su biografía. “Tal vez no seamos nada más que la suma de todas nuestras soledades. Una insatisfacción permanente acomodada en la vida que solo busca encontrarse al cabo en cada piel que habita”. Después sigues leyendo y sin darte cuenta te has sumergido en el ritmo, los sonidos y en el placer de jugar juntando palabras que te descubren significados que no te esperabas. Tal vez le pase lo mismo al escritor. Y al tiempo, mientras lees, compartes con los amantes vivencias, sueños, ciudades y lugares en los que crees haber estado. Cada esquina, cada habitación descrita nos traen un recuerdo.

Llegas a la página cincuenta y cinco con la lengua fuera, jadeando, “A piel desnuda, sin más abrigo que mi saliva. Sin otro abrigo que la caricia en llamas de mis manos…” y tomas aire para darte cuenta de que las endorfinas del placer y la adrenalina del riesgo deportivo no son nada comparadas con la pasión del amante, “De todos los deportes de riesgo que practico, tú eres sin duda el que más me gusta y el que mejor me sienta”. Es un aviso a quienes piensan que el deporte es la mejor herramienta para la salud.

El amor, el de los amantes periféricos, deja una huella profunda, el deseo

lunes, 15 de marzo de 2021

Maradona y el juego

El juego, la muerte y lo que trasciende

No se crean que todo el que habla de fútbol ignora que el deporte es un juego y todo lo que debemos al juego. Por ejemplo,


Martín Caparros, que es periodista y escritor y argentino dice de Maradona que era capaz “de la sorpresa permanente… Y, más que nada, emocionaba, sabía darle drama a su juego”. Y encuentra un filón para jugar con las palabras al describir lo que es un juego de envite. “…un concierto incierto de tacos, caños y rabonas, pases sin un pase, paseos por la cornisa. Siempre intentaba algo a punto de fracasar por inviable, y en el último instante, lo lograba” Y luego encuentra las metáforas que hermanan al juego y la vida. “Jugaba como vivía, al borde del abismo. La gambeta —la finta, la fingida— es convencer a alguien de que vas a hacer una cosa y hacer otra, la historia de su vida… Era contradicción pura, amagaba para la derecha y salía para la izquierda. Nunca hacía lo que uno imaginaba, aunque terminaba haciendo lo que uno imaginaba, lo contrario”. Y por fin deja en el aire algunas preguntas que, de poder contestarlas, sustentarían una refundación de la humanidad,

miércoles, 6 de enero de 2021

Woody Allen. A propósito de nada.

 

Parecer intelectual, parecer deportista

En su libro autobiográfico A propósito de nada, Woody Allen nos dice que del deporte le gusta el beisbol, el baloncesto y verlo en la televisión. Le gustó mucho participar, y de joven jugó al béisbol de segunda base en la liga escolar. Y para describir alguno de los prejuicios más frecuentes sobre la relación de la inteligencia con el juego y el ejercicio físico, lo que hace es aclarar dos errores sobre su imagen corporal y la actitud física que la gente le presupone. Porque es pequeño, delgado y lleva gafas, se le presupone un intelectual y por tanto no puedo haber sido muy atlético. Esto es inquietante, porque no son los intelectuales los que le clasifican entre los ajenos al deporte, sino la sociedad en general y posiblemente los propios deportistas.

No vale que él diga lo contrario, está seguro de que nadie le va a creer “No espero que creáis mi palabra” y nos remite a los chicos del barrio con los que compartió infancia y juventud. “Yo corría rápido y había ganado algunos torneos, jugaba muy bien al béisbol y albergaba la fantasía de dedicarme a ello profesionalmente…” En cierto modo, tiene razón, suena un poco fanfarrón. Es como aquellos saltadores de longitud o lanzadores de peso mediocres que, según pasan los años, van añadiendo centímetros a sus saltos o lanzamientos, hasta acercarse a algún récord mundial. “También jugaba al baloncesto en el patio y era capaz de atrapar una pelota de fútbol americano y lanzarla a un quilómetro y medio de distancia”.