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sábado, 25 de junio de 2016

José Luis Salvador Alonso. Las Conversas


20100426 VIII Conversas José Luis Salvador Alonso
José Luis fue remero en el Guadalquivir
Hemos acudido puntuales y los días 23y 24 de abril hemos celebrado las primeras Conversas sin José Luis, mezcladas con un acto institucional en su homenaje. Las Conversas, en su línea: faltas de conferenciantes a última hora, intervenciones inconvenientes y lo peor es que hemos perdido un poco el contacto con los alumnos. Sin embargo, bien, como siempre salimos contentos de nosotros mismos e ilusionados para seguir. Este año he hecho yo la presentación:
Os voy a decir lo que son las Conversas para que nadie piense en que son lo que no son y, de paso, recordármelo a mí mismo. Porque ahora falta el guía, quien parió el invento, y no tengo ganas ni fuerzas de seguir otro rumbo que el que él marcó. Así que lo mejor será que os cuente lo que José Luis Salvador dijo, tal y como yo lo escuche de su voz y de sus silencios, sobre este movimiento indisoluble: Conversas y Paradoja.
Un día de 1997 José Luis fue a Valencia para contarme una idea que yo no entendía y que todavía no sé si la entiendo. Fundamentalmente me dijo que había mucha gente valiosa en nuestra profesión que estaba muda, perdida en el sistema de poder administrativo y académico que se había creado alrededor del nuevo estatus universitario. Que había mucha gente trabajando a “pie de obra”, es decir, en la práctica docente y educativa, que sabía mucho y no encontraba la manera de contarlo entre tanta investigación de impacto y tanto currículum, y que debíamos ver la manera de hacer que resonaran esas voces. Recuerdo las primeras reuniones con alguno de los pesos pesados en Valencia y con qué claridad nos expusieron que no estaban dispuestos a poner en riesgo sus valiosas trayectorias académicas por aventuras ilusas y que eso que proponíamos era un brindis al sol. ¡Qué buena idea! pensamos: ¡brindar al sol! y nos fuimos a la Malvarrosa en tranvía a comernos una paella estupenda.
Hablando y comiendo supimos que nuestra amistad se había hecho mayor al tiempo que nosotros, sin darnos cuenta, simplemente: Como éramos más mayores éramos más amigos y como éramos más listos, nuestra amistad era más ilustrada. Y allí mismo establecimos el fundamento primero del que sería el grupo Paradoja (todavía no tenía nombre): ser amigos y comer juntos.
El grupo constituido por un asturiano, un valenciano, un murciano, un madrileño, un extremeño, un catalán y varios gallegos (parece un chiste), fuimos dando vueltas por otros lugares explicando nuestra idea (Lorca, Getafe, Leganés, Cáceres, Valencia) y, la verdad es que sólo conseguíamos que se nos unieran quienes valoraban, por encima de nuestra indefinición, la amistad, la risa y complicidad crítica, sin desesperanza ni rabia por cómo sucedían las cosas en nuestra profesión, con lo que casi nunca estábamos de acuerdo.
Lo que si conseguimos es establecer los vértices de nuestra asociación. En lo que estábamos de acuerdo es que nos reuníamos porque nos gustaba: leer, hablar, comer, reír, querernos, beber, pensar y no callarnos, aunque no siempre tengamos razón, faltaría más. Bueno, y hablar de educación física y de deporte. Después de mucho ir y venir y sobre todo del impulso que iban dando los que estaban en Galicia (el único grupo en el que eran más de uno) pensamos que había que hacer una reunión anual que recogiera ese espíritu. Y sabíamos que era lo que no queríamos: ni un congreso, ni un simposium, ni unas jornadas, ni un seminario. No pretendíamos darnos a conocer pero sí que se supiera como pensábamos. No pretendíamos tener razón pero dejar claro que la teníamos. En fin, que lo teníamos claro: lo que evidentemente queríamos eran: ¡unas Conversas!
Unas Conversas son reuniones para hablar del deporte y la educación física convencidos de que es algo bueno e importante. Vale cualquier forma de reunión pero que no sea nada de lo que he dicho antes (seminario, congreso, etc.) y que respete los parámetros ya citados: reír, comer y, resumiendo: cultivar la amistad. Y si se molesta a alguien que creemos que no lo hace bien, pues mejor.
Cuando la propuesta de llamarlo Conversas llegó a los oídos de quienes no estábamos acostumbrados al idioma gallego, por una parte, evidentemente, entendimos que se trataba de hablar pero también que conversa es el femenino de converso, y empezamos a identificarnos con las connotaciones que se puede dar al término de ocultación, represión de las ideas, también de una forma de vivir trampeando, mintiendo con tal de conservar las creencias o las esencias, sobrevivir, y mantener intacta la fe en que nos educamos. Y esa fe la describe muy bien Salva en uno de sus muchos escritos sobre este fenómeno: “Los conversos, feliz hallazgo de Gurri, somos una pandilla de amigos que nos hemos engolfado en nuestra madurez con un fardo de complicidades y repliegues, andamos con hijos adolescentes y parejas cambiantes, vivimos en casa, dúplex o confortables pisos y gozamos de una camaradería que procede de los tiempos en el INEF madrileño y que ha aguantado el desgaste de los años, entre otras cosas, por la fuerza coherente de aquellos tiempos de luchas e ilusiones, en el fondo mantenidas por nuestro espíritu lúdico, el que no tuvieron muchos de los mercaderes que también se disimulaban por aquellos pasillos y hoy trepan y trepan trepanados o trepanabos. Esa es la modesta fuerza de las Conversas, compartidas por amigos y gente juguetona a los que les importa un carajo el trepe político. Los conversos se clausuran ritualmente todos los años con una cena alrededor del 23 de abril, regada con vino, algo de lluvia gallega, un libro en la mano y la melancolía del retorno de cada uno a su casa.”
Que cada uno piense lo que quiera pero a nosotros nos gusta: Hablar en público pero contra lo que es publicable; en el sistema, pero en los límites; dejándonos ayudar, pero contra la subvención como forma de vida…
Como se puede comprobar todo está muy claro, aunque se puede pensar que es caótico. La verdad es que todos los componentes del grupo somos muy serios y racionales, aunque un poco contradictorios: Hoy pienso esto y mañana otra cosa; hablar por no callar; es lo mejor pero no es bueno; ninguna intención de ser coherentes, vivir tranquila y conscientemente en un devenir paradójico… y Paradoja debía llamarse el grupo porque así nos sentíamos. Y si poner nombre a las cosas es una buena manera de domesticar el caos: que no lo queremos domesticar ¡pues nos llamamos Paradoja! ¡Y esto es lo único coherentes!
Las Conversas y el grupo Paradoja están indisolublemente unidos, pero el grupo Paradoja no puede presumir de sustentar las Conversas. Las conversas la sustenta…, no sé, Eduardo Blanco, Iván, deben saber algo, mirar el tríptico y todos los patrocinadores que tienen las conversas y pensad lo que queráis. Preguntar a Rafa Martín o a Miguel González. Yo, quitando que he pagado mi inscripción, sólo he puesto fidelidad, ilusión y alguna idea. Este año alguien ha pagado mi avión, pero, hubiera pagado por venir. Esto lo digo ahora que no tiene remedio.
Y ahora vamos a presentar las Conversas de este año. Este año se iban a hacer en Valencia, pero como José Luis no iba a estar allí para darnos calor nos hemos quedado aquí que es donde más intensa es su presencia, y así sentirnos un poco menos huérfanos.
Este año la idea es hablar sobre Política y Deporte en un sentido amplio y fundamental de ambos términos. Porque a pesar de la repetida muletilla sobre la independencia del deporte con respecto al rumbo de la sociedad a nadie se le escapa que el deporte, tal y como se práctica, se dirige y se piensa, es producto de la sociedad en la que se desarrolla. Y a quien menos se le escapa esto es a los que ejercen la política como forma de vida. A los políticos siempre les interesa el deporte y estos tienen una idea en la cabeza de cómo debe ser y como se debe organizar, una idea que naturalmente tiene relación con sus ideas sobre la organización social y el reparto del dinero y los medios que ellos tienen obligación de distribuir.
No nos engañemos, si un político dijera que el deporte es independiente del sistema social que propone, es que le beneficia el limbo de responsabilidad política en que se produce. La política tiene que asumir su responsabilidad en el deporte y de lo que hacen con él retratan su pensamiento y sus intenciones sociales.
Nosotros, los profesionales, tenemos que tener pensado el deporte en su relación con la sociedad y los individuos para que no nos tomen el pelo con historias de valores educativos cuando se organiza para el negocio o el valor productivo, o cuando hablan del valor productivo cuando lo que quieren decir es disciplina o sumisión, o cuando se habla de ocio o de entretenimiento cuando quieren decir alienación.
Además la política no es sólo el ejercicio de los políticos, los profesionales hacemos política cuando diseñamos objetivos educativos o convergencias europeas. Cuando desvestimos de humanismo una profesión para hacerla tecnológica. Cuando cambiamos productividad por creatividad o cuando el juego deja de ser un recurso para la vida para ser un recurso para la producción.
Merece la pena hablar de política y deporte y no hacer como si no existiera esa relación. Si no definimos nosotros nuestra política deportiva alguien lo hará por nosotros.

20100503 Unos mueren más que otros


Jugar forma parte de la fundación de las Conversas y las intenciones constitucionales del grupo Paradoja: “amigos y gente juguetona” nos llama José Luis Salvador. En las VIII Conversas pesaba la melancolía y parecía que se iba a ahogar toda iniciativa lúdica, y más cuando escuchamos una loa extemporánea a Samaranch que no venía a cuento y que nos colocó al borde del naufragio porque parecía que con José Luis había desaparecido la cordura (gracias Gurri por devolvernos la dignidad y la energía). Entonces apareció el juego de la mano de la bailarina y el trío de cuerda Albariza, recordándonos que los juegos que han logrado trascendencia sublime son los que trastean la muerte. La música y la danza pusieron a la parca símbolos, gestos, magia, belleza, erotismo, armonía coherente, y todo lo hicieron flotar por el auditorio alterando nuestra emoción y nuestro gesto circunspecto para recordarnos, y es cierto porque nos hizo partícipes, que Salva jugó con la muerte: ignorándola, citándola, brindando al sol, fintando, por bulerías. ¡Salve Salva!

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