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martes, 27 de junio de 2017

La gimnasia en la historia. George L. Mosse


Las sociedades gimnásticas y el estilo de vida fascista en el siglo XIX. La dignidad del deportista pasa por revisar su historia.

Dedicaré a esta lectura dos entradas del blog, porque no soy capaz de resumirlo en una.

No leo teoría ni historia del deporte o la educación física. Leo muchas cosas distintas para satisfacer mi curiosidad o mi recreo y si aparecen referencias a estos temas lo cuento en este blog. Mi última sorpresa ha sido leyendo este libro de historia (George L. Mosse. La nacionalización de las masas).
El autor, para explicar el proceso social y político que hizo del nacionalismo un movimiento de masas, recurre a la evolución de las escuelas y las sociedades gimnásticas que se implantaron en Europa durante el siglo XIX.

http://www.sgschramberg.de/geschichte.html
La tesis de este libro es que la aparición del nacional socialismo en el siglo XX, no es espontánea, sino el desarrollo, durante el siglo XIX, de un estilo de vida fascista al que las sociedades gimnasticas, las sociedades corales masculinas y las de tiro al blanco contribuyeron de forma decisiva, aportando su estética, su mística y su liturgia.

En este punto hay que decir que todo lo que no sea leer el libro completo, es correr el peligro de la imprecisión, la banalización o la consigna, por lo que seré muy prudente en lo que transcriba.


El ideal de belleza, la estética de estas sociedades, con referencia a cánones mitológicos de lo griego y lo germánico, devino en una cuestión de superioridad de la raza. La gimnasia, más que ser el instrumento para conseguir pureza de raza, era la forma de demostrarlo y se aplicó a ello con festivales y demostraciones públicas.

http://www.spiegel.de/einestages/turnvater-friedrich-ludwig-jahn-doping-fuers-deutschtum-a-1096246.html
Son precisamente las demostraciones, disciplinadas y masivas, las que han de conseguir la liturgia mística, a partir de un ejercicio gimnástico banal, y la elección de espacios emblemáticos, de una unión entre lo físico y lo patriótico, que muestra como imprescindible el ejercicio físico en la creación del estilo de vida.

Puesto que esta estrategia funcionó para la creación de los nacionalismos de principios del siglo XX ¿por qué no aplicarla al deporte para conseguir la alienación mercantil? Bueno, esto último ha sido un salto en el vacío, una consecuencia que se deriva de la lectura del sexto capítulo del libro.

Termino esta entrada parafraseando el primer párrafo de la introducción: Lo que a mí me preocupa es la dignidad del que hace deporte o a elegido la vía sensitiva y corporal para desarrollar plenamente su vida.

Los deportistas hemos perdido el control sobre nuestras razones y no conseguimos explicarlas a la sociedad más allá de la enormidad de su práctica y el dinero que mueve. Esto no da mucho prestigio.

Dice Maquiavelo “como puede sobrevivir un hombre de bien en un mundo perverso”. Son las mismas dificultades que tiene un deportista para vivir su práctica al margen de las modas o el mercado. O la interpretación despectiva de su ocupación.

Nos queda poner los nombres de quienes propiciaron ese modelo (el estilo fascista) en el desarrollo de la gimnasia en el siglo XIX. Anticipamos la referencia a Ludwig Jahn. Y de paso a Amorós. Pero de eso hablamos en la próxima entrada.




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