20100426 VIII Conversas José Luis Salvador
Alonso
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José Luis fue remero en el Guadalquivir |
Hemos acudido
puntuales y los días 23y 24 de abril hemos celebrado las primeras Conversas sin
José Luis, mezcladas con un acto institucional en su homenaje. Las Conversas,
en su línea: faltas de conferenciantes a última hora, intervenciones inconvenientes
y lo peor es que hemos perdido un poco el contacto con los alumnos. Sin
embargo, bien, como siempre salimos contentos de nosotros mismos e ilusionados
para seguir. Este año he hecho yo la presentación:
Os voy a
decir lo que son las Conversas para que nadie piense en que son lo que no son
y, de paso, recordármelo a mí mismo. Porque ahora falta el guía, quien parió el
invento, y no tengo ganas ni fuerzas de seguir otro rumbo que el que él marcó.
Así que lo mejor será que os cuente lo que José Luis Salvador dijo, tal y como
yo lo escuche de su voz y de sus silencios, sobre este movimiento indisoluble:
Conversas y Paradoja.
Un día de
1997 José Luis fue a Valencia para contarme una idea que yo no entendía y que
todavía no sé si la entiendo. Fundamentalmente me dijo que había mucha gente
valiosa en nuestra profesión que estaba muda, perdida en el sistema de poder
administrativo y académico que se había creado alrededor del nuevo estatus
universitario. Que había mucha gente trabajando a “pie de obra”, es decir, en
la práctica docente y educativa, que sabía mucho y no encontraba la manera de
contarlo entre tanta investigación de impacto y tanto currículum, y que
debíamos ver la manera de hacer que resonaran esas voces. Recuerdo las primeras
reuniones con alguno de los pesos pesados en Valencia y con qué claridad nos
expusieron que no estaban dispuestos a poner en riesgo sus valiosas
trayectorias académicas por aventuras ilusas y que eso que proponíamos era un
brindis al sol. ¡Qué buena idea! pensamos: ¡brindar al sol! y nos fuimos a la
Malvarrosa en
tranvía a comernos una paella estupenda.
Hablando y
comiendo supimos que nuestra amistad se había hecho mayor al tiempo que
nosotros, sin darnos cuenta, simplemente: Como éramos más mayores éramos más
amigos y como éramos más listos, nuestra amistad era más ilustrada. Y allí
mismo establecimos el fundamento primero del que sería el grupo Paradoja
(todavía no tenía nombre): ser amigos y comer juntos.
El grupo
constituido por un asturiano, un valenciano, un murciano, un madrileño, un
extremeño, un catalán y varios gallegos (parece un chiste), fuimos dando
vueltas por otros lugares explicando nuestra idea (Lorca, Getafe, Leganés,
Cáceres, Valencia) y, la verdad es que sólo conseguíamos que se nos unieran
quienes valoraban, por encima de nuestra indefinición, la amistad, la risa y
complicidad crítica, sin desesperanza ni rabia por cómo sucedían las cosas en
nuestra profesión, con lo que casi nunca estábamos de acuerdo.
Lo que si
conseguimos es establecer los vértices de nuestra asociación. En lo que
estábamos de acuerdo es que nos reuníamos porque nos gustaba: leer, hablar,
comer, reír, querernos, beber, pensar y no callarnos, aunque no siempre
tengamos razón, faltaría más. Bueno, y hablar de educación física y de deporte.
Después de mucho ir y venir y sobre todo del impulso que iban dando los que
estaban en Galicia (el único grupo en el que eran más de uno) pensamos que
había que hacer una reunión anual que recogiera ese espíritu. Y sabíamos que
era lo que no queríamos: ni un congreso, ni un simposium, ni unas jornadas, ni
un seminario. No pretendíamos darnos a conocer pero sí que se supiera como
pensábamos. No pretendíamos tener razón pero dejar claro que la teníamos. En
fin, que lo teníamos claro: lo que evidentemente queríamos eran: ¡unas
Conversas!
Unas
Conversas son reuniones para hablar del deporte y la educación física
convencidos de que es algo bueno e importante. Vale cualquier forma de reunión
pero que no sea nada de lo que he dicho antes (seminario, congreso, etc.) y que
respete los parámetros ya citados: reír, comer y, resumiendo: cultivar la
amistad. Y si se molesta a alguien que creemos que no lo hace bien, pues mejor.
Cuando la
propuesta de llamarlo Conversas llegó a los oídos de quienes no estábamos
acostumbrados al idioma gallego, por una parte, evidentemente, entendimos que
se trataba de hablar pero también que conversa es el femenino de converso, y
empezamos a identificarnos con las connotaciones que se puede dar al término de
ocultación, represión de las ideas, también de una forma de vivir trampeando,
mintiendo con tal de conservar las creencias o las esencias, sobrevivir, y
mantener intacta la fe en que nos educamos. Y esa fe la describe muy bien Salva
en uno de sus muchos escritos sobre este fenómeno: “Los conversos, feliz
hallazgo de Gurri, somos una pandilla de amigos que nos hemos engolfado en
nuestra madurez con un fardo de complicidades y repliegues, andamos con hijos
adolescentes y parejas cambiantes, vivimos en casa, dúplex o confortables pisos
y gozamos de una camaradería que procede de los tiempos en el INEF madrileño y
que ha aguantado el desgaste de los años, entre otras cosas, por la fuerza
coherente de aquellos tiempos de luchas e ilusiones, en el fondo mantenidas por
nuestro espíritu lúdico, el que no tuvieron muchos de los mercaderes que
también se disimulaban por aquellos pasillos y hoy trepan y trepan trepanados o
trepanabos. Esa es la modesta fuerza de las Conversas, compartidas por amigos y
gente juguetona a los que les importa un carajo el trepe político. Los
conversos se clausuran ritualmente todos los años con una cena alrededor del 23
de abril, regada con vino, algo de lluvia gallega, un libro en la mano y la
melancolía del retorno de cada uno a su casa.”
Que cada uno
piense lo que quiera pero a nosotros nos gusta: Hablar en público pero contra
lo que es publicable; en el sistema, pero en los límites; dejándonos ayudar,
pero contra la subvención como forma de vida…
Como se puede
comprobar todo está muy claro, aunque se puede pensar que es caótico. La verdad
es que todos los componentes del grupo somos muy serios y racionales, aunque un
poco contradictorios: Hoy pienso esto y mañana otra cosa; hablar por no callar;
es lo mejor pero no es bueno; ninguna intención de ser coherentes, vivir tranquila
y conscientemente en un devenir paradójico… y Paradoja debía llamarse el grupo
porque así nos sentíamos. Y si poner nombre a las cosas es una buena manera de
domesticar el caos: que no lo queremos domesticar ¡pues nos llamamos Paradoja!
¡Y esto es lo único coherentes!
Las Conversas
y el grupo Paradoja están indisolublemente unidos, pero el grupo Paradoja no
puede presumir de sustentar las Conversas. Las conversas la sustenta…, no sé,
Eduardo Blanco, Iván, deben saber algo, mirar el tríptico y todos los
patrocinadores que tienen las conversas y pensad lo que queráis. Preguntar a
Rafa Martín o a Miguel González. Yo, quitando que he pagado mi inscripción,
sólo he puesto fidelidad, ilusión y alguna idea. Este año alguien ha pagado mi
avión, pero, hubiera pagado por venir. Esto lo digo ahora que no tiene remedio.
Y ahora vamos a presentar las Conversas
de este año. Este año se iban a hacer en Valencia, pero como José Luis no iba a
estar allí para darnos calor nos hemos quedado aquí que es donde más intensa es
su presencia, y así sentirnos un poco menos huérfanos.
Este año la idea es hablar sobre
Política y Deporte en un sentido amplio y fundamental de ambos términos. Porque
a pesar de la repetida muletilla sobre la independencia del deporte con
respecto al rumbo de la sociedad a nadie se le escapa que el deporte, tal y
como se práctica, se dirige y se piensa, es producto de la sociedad en la que
se desarrolla. Y a quien menos se le escapa esto es a los que ejercen la
política como forma de vida. A los políticos siempre les interesa el deporte y
estos tienen una idea en la cabeza de cómo debe ser y como se debe organizar,
una idea que naturalmente tiene relación con sus ideas sobre la organización
social y el reparto del dinero y los medios que ellos tienen obligación de
distribuir.
No nos engañemos, si un político dijera
que el deporte es independiente del sistema social que propone, es que le
beneficia el limbo de responsabilidad política en que se produce. La política
tiene que asumir su responsabilidad en el deporte y de lo que hacen con él
retratan su pensamiento y sus intenciones sociales.
Nosotros, los profesionales, tenemos que
tener pensado el deporte en su relación con la sociedad y los individuos para
que no nos tomen el pelo con historias de valores educativos cuando se organiza
para el negocio o el valor productivo, o cuando hablan del valor productivo
cuando lo que quieren decir es disciplina o sumisión, o cuando se habla de ocio
o de entretenimiento cuando quieren decir alienación.
Además la política no es sólo el ejercicio
de los políticos, los profesionales hacemos política cuando diseñamos objetivos
educativos o convergencias europeas. Cuando desvestimos de humanismo una
profesión para hacerla tecnológica. Cuando cambiamos productividad por
creatividad o cuando el juego deja de ser un recurso para la vida para ser un
recurso para la producción.
Merece la pena hablar de política y
deporte y no hacer como si no existiera esa relación. Si no definimos nosotros
nuestra política deportiva alguien lo hará por nosotros.
20100503 Unos mueren más que otros
Jugar forma parte de la
fundación de las Conversas y las intenciones constitucionales del grupo
Paradoja: “amigos y gente juguetona” nos llama José Luis Salvador. En las VIII
Conversas pesaba la melancolía y parecía que se iba a ahogar toda iniciativa
lúdica, y más cuando escuchamos una loa extemporánea a Samaranch que no venía a
cuento y que nos colocó al borde del naufragio porque parecía que con José Luis
había desaparecido la cordura (gracias Gurri por devolvernos la dignidad y la
energía). Entonces apareció el juego de la mano de la bailarina y el trío de
cuerda Albariza, recordándonos que los juegos que han logrado trascendencia
sublime son los que trastean la muerte. La música y la danza pusieron a la
parca símbolos, gestos, magia, belleza, erotismo, armonía coherente, y todo lo
hicieron flotar por el auditorio alterando nuestra emoción y nuestro gesto
circunspecto para recordarnos, y es cierto porque nos hizo partícipes, que
Salva jugó con la muerte: ignorándola, citándola, brindando al sol, fintando,
por bulerías. ¡Salve Salva!