Juan
de Dios Román
Revolviendo escritos
antiguos y hurgando en la memoria, me encontré con unas anotaciones vagas que
hacían referencia a una conversación que íbamos a tener con Juan de Dios Román. Planteaban cuestiones que un
grupo de alumnos suyos del INEF de Madrid, teníamos interés en que nos
aclarara.
—¿Se puede enseñar lo mismo
sin truenos en la voz, sin alguna expresión faltona, sin cogerte del brazo como si
te hubieran cogido con una tenaza, sin invadir tu espacio, sin arrollarte…?
Sobre estas notas
volveremos luego. El caso es que en esos días que revolvía mis armarios, leí un
artículo de Juan de Dios en El País, en el que, al hilo del
nombramiento de la presidenta del Consejo Superior de Deportes, reflexiona
sobre las relaciones tortuosas entre el deporte y la cultura.
Él fue mi profesor de
Balonmano entre 1973 y 1975. Uno de esos profesores que, tras la primera
impresión, o lo amas o te espanta. Yo estuve más cerca del espanto. Juan de Dios es licenciado en Filosofía y Letras, que era una carrera más bien cursi en el
imaginario de los estudios universitarios de entonces. También entrenador del
equipo de balonmano de éxito en aquellos años, el Atlético de Madrid. Y la
pregunta era (y es) ¿En qué momento de la razón humanista y filosófica se
entiende que la acción deportiva, adecuada en la forma y la ocasión, se
convierte en pensamiento e idea? En palabras más sencillas ¿Cómo puede ser que
este tío tan bruto sea una persona instruida y culta?