LA FUNCIÓ. Rosa Barberá y Nando Pascual. Texto Pere Molina. Dirección Joan Miquel Reig
El teatro invoca la complicidad inconsciente del público y la magia de sus oficiantes (autores, directores, libretistas) con una diferencia que nos podría hacer recelar: que los actores saben el final y nosotros no. Cuando se rompe esa barrera y tenemos la sensación de que ellos han descubierto el final al tiempo que nosotros, sabemos que ha merecido la pena. Es el caso.
Yo voy al teatro con frecuencia, pero muy pocas veces hago referencia a ello en este blog dedicado a los deportes y diversiones. Recuerdo haberlo hecho tres veces. Fui a ver La Respiración, con texto y dirección de Alfredo Sanzól y me encontré la parodia de un profesor de educación física gritón y de gestualidad fascistoide. También fui a ver Las Troyanas, la obra de Eurípides versionada por Alberto Conejero. Fui porque quería volver a ver la distancia de las mujeres con la guerra. La tercera vez que he hecho referencia a una obra teatral fue cuando vi Vania, la obra de Chejov dirigida por Àlex Rigola. Allí lo que vi fue a los actores, Ariadna Gil, Irene Escolar, Gonzalo Cunill y Luis Bermejo haciendo su ritual de entrenamiento, mientras recitaban partes del texto. Este es un momento del oficio de actuar que no se suele mostrar al público, aunque cuando en el teatro se habla del teatro no es rara esta referencia.
En La Funció también se recurre al entrenamiento actoral para provocar la proximidad de los actores y la atención del público. El entrenamiento actoral, training lo llamaban quienes a mí me lo enseñaron, es un momento muy físico en el que por medio del cuerpo se invoca la implicación del cuerpo para que recuerde las emociones. Es por tanto un dominio de la expresividad corporal y por eso un recurso muy valioso para la educación física. Además, ya lo he dicho, cada vez vivo de forma más física mi presencia en el teatro, mi empatía con quien despierta en mí emociones. Pero además hay otra razón muy importante que justifica la atención que presto a esta obra. El libreto es obra de un profesor de educación física. Uno de esos profesores que a fuerza de reflexionar sobre que es lo que se aprende con el cuerpo en movimiento y como se hace, ha encontrado en la literatura, el relato y el movimiento escénico una implicación integrada de todos los potenciales que nos hacen humanos y que podría ser el objetivo más valiosos de la educación física. El libreto, el guion que mueve a los actores, pulido por todos los protagonistas de este proyecto, La Funció, es un texto dinámico, que acompaña o provoca la acción, que empuja o paraliza, golpea o acaricia. Esa es la presencia del profesor, de quien tanto sabe del movimiento y lo ama. También aparecen referencias al deporte, al fútbol, metáforas de la alienación que promueve lo desmesurado sin objetivos que no sean el consumo de emociones enlatadas y, con demasiada frecuencia, malintencionadas.
El teatro, la danza, la expresión corporal son manifestaciones de la sensibilidad que nos remiten al cuerpo y eso no debe ser obviado ni olvidado por quien se implica en la educación.

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