Acababa de terminar la entrada dedicada a Carlos Zanón
cuando cae en mis manos un artículo de la prensa diaria, que viene a
profundizar en lo que quiere decir ser futbolero y su aplicación fuera del ámbito del fútbol. Lo
utiliza para explicar la perversión de los valores en la Universidad. Cuando el
interés está por encima de la educación. En el Instituto nacional de Educación Física, en 1974 (diez
años antes de que la Real Academia Española (RAE) de la Lengua se diera por
enterada de la vigencia de este adjetivo) se llamaba futbolero a cualquier
deportista que entendiera la práctica deportiva al margen de sus valores
educativos (en el más amplio sentido de la palabra) y de pasatiempo. Así había jugadores de
baloncesto que eran futboleros; y de balonmano, aunque estos podían llamarse
balonmaneros, que no era lo mismo. Es un
adjetivo que se aplica a comportamientos que se dan en deportes muy mercantilizados. Nadia Tronchoni (El País, 25 de septiembre de 2018) habla de los crecientes conflictos entre pilotos de moto GP y la radicalización de las hinchadas: "El Mundial de motociclismo se ha futbolizado", concluye.
06-noviembre-2009 Manel Fontdevila |
Así, decir de alguien que era futbolero, que nadie se
preocupaba en definir, se sobreentendía que era despectivo. Que es lo mismo que
explica José Marirrodriga en su artículo, que además nos ofrece algunos rasgos Se pregunta ¿Qué es lo más importante para un futbolero? Vender
camisetas, son profesionales fríos, el ranking
FIFA, la marca del patrocinador. En contra de valores intrínsecos del futbolista: Marcar goles, comprometerse emocionalmente, competitividad, compromiso con
el club. No es que me guste mucho el resumen. Queda más claro cuando dice,
más o menos, que el futbolista y los aficionados al fútbol atienden al juego (al ocio) y el futbolero al
dinero (al negocio).