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jueves, 21 de junio de 2018

El fútbol y los sarpullidos






Levanta sarpullidos ver la explosión de amores patrios, ardor guerrero, honras en las botas de los delanteros y en los guantes de los arqueros, banderas que envuelven y colores nacionales en las caras y en el culo (y no es por hablar mal, que es cierto). Cómo no hablar de fútbol estos días. Ya lo he hecho muchas veces en este blog y se puede saber lo que pienso de este nivel del deporte. Para quien a priori piensen que no me gusta el fútbol, les diré que sí, que veo los partidos, sobre todo en esta primera fase en la que se enfrentan los que no son favoritos y puedo mirarlos como si viera un partido del Campeonato de Empresas de un polígono industrial. Quiero decir, que puedo verlos sin tener que remitirme a honor y patria y análisis de los avatares por los que pasan los elegidos, lo más selecto de la nación.


Pero, no es a esto a lo que iba. Releyendo un libro de un profesor de gimnasia antiguo, he leído la siguiente consideración sobre la aplicación educativa de algunos juegos:

Dr. Fraguas
El “Foot Ball”: Difícil, si no imposible, es dar conveniente nombre castellano a este juego, aún más desconocido en España que el Rounder, pues que jamás hemos tenido la ocasión de presenciar ni oír ni referir ninguna partida de este juego entre la juventud de nuestro país” 

Dr. José E. G. Fraguas Gimnasia higiénica. Biblioteca de la Regeneración Física, 1897.

Esto no iba a quedar así, y en 1902 ya se corrige la tendencia sobre el conocimiento de este juego:

“Parece que va tomando carta de naturaleza entre nosotros un ejercicio inglés llamado foot-ball. Aunque en nuestro modo de ser no encaje por completo la afición a este juego, sin embargo, no se puede negar que cuenta con bastantes entusiastas y los domingos por la mañana se ven los campos muy concurridos, desplegándose por los jugadores el mismo ardor que pueden desplegar los anglosajones”.  Un lince el comentarista.

 (Heraldo del Sport, 15 de febrero de 1902) 

Cuando el deporte comenzó a abrirse paso en el gusto de las masas intervinieron los intelectuales, que intuyeron el aborregamiento que el deporte profesional podría suponer:
  
“Todo deporte, en cambio, es trabajo estéril, cuando no juego estúpido. Y esto se verá claramente cuando una ola de ñoñez y de americanismo invada nuestra vieja Europa.”

Machado, Antonio: Juan de Mairena. Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo, 1936. (Cfr. la edición de
José María Valverde, Madrid, Ed. Castalia, 1971, pp. 96-97)

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Miguel de Unamuno, que era muy crítico con el deporte, no lo ve mal, al menos es mejor que la gimnasia y la nefasta influencia del escultismo:

“Y nos fuimos a ver una partida de foot-ball, un juego sin protección de Real Orden, sin pedagogos profesionales, sin tendenciosidad de patriotismo de trapo y no de fibra viva, sin otra disciplina que la que surge del mismo juego. Y como más espontáneo y más libre y menos intervenido, más educador y más... divertido. ¿No os parece, lectores liberales y civiles, esto de candente actualidad política? El que esto escribe no está ya en edad de andar a puntapiés con balones –o con otros chirimbolos cualesquiera-, pero antes lo haría que ponerse un uniforme de explorador para no explorar nada…”

Unamuno, Miguel: “Boyscouts y footballistas”, Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, nº 730, año XLV, (1921), pp. 14-15.

Es impagable el texto completo. Al ver en el fútbol un juego libre, sin reglas nos recuerda cuando hablábamos de Stefan Zweig

 Las referencias a partir de la del Heraldo de Aragón las he tomado de José Luis Pastor Pradillo Contra la educación física: Los intelectuales. Revista Española de Educación Física y Deportes - No. 393, LXIII. 2do. trimestre, 2011, (No. 19 V época) pp. 89 – 101 www.reefd.es/index.php/reefd/article/download/235/226

Estos relatos están hechos para que cada uno piense lo que quiera. El caso es pensar.


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