Con frecuencia compro los diarios, tal vez haga el Sodoku, y
se quedan sin leer en la mesilla hasta que el papel encuentra alguna utilidad.
Pero en estos días puede ocurrir que lea del periódico hasta sus más ocultos
pensamientos. Esto me paso el 28 de marzo, decimocuarto día, o así, del
confinamiento por el miedo al virus y a ser hospitalizado. Me dio por mirar de
que hablaban en la sección de deportes de El País, ahora que no hay
espectáculos. Deporte sigue habiendo, pero no espectáculos deportivos.
Me enteré de que la decisión del ERTE (que te ponen en la
calle hasta que vuelvan a ganar dinero) del Espanyol se tomó desde China y vi a un
escalador olímpico trepar por las paredes de su casa. Luego leí un artículo de
Valdano que titulaba, “El virus le contó la verdad al fútbol”. Eso es lo que
estaba buscando, la verdad del deporte en los tiempos del virus.
La tesis es que el mundo del fútbol (tendremos que entender que
del deporte en general) no se está comportando con sentido de la proporción en
unos momentos tan trascendentes. “El fútbol se creyó importante y es sólo una
simulación de la realidad (…) Se resiste a bajarse del escenario discutiendo de
cómo y cuándo reanudar la fiesta” Parece la orquesta del Titánic, dice, con
alaracas mientras todo a su alrededor se hunde.
Con esa idea, ver el comportamiento del mundo del deporte y
la información deportiva en estos días, comencé a leer la prensa. Pero esto no
es una tesis ni una investigación. Simplemente miraba los periódicos que de vez
en cuando compro. El 29 de marzo, mi quiosco habitual todavía aguantaba, volví
a obtener El País y en la sección de deportes venía una entrevista a Marc AndréStegen, portero del
Barcelona. Es alemán.
Va desgranando pensamientos: No somos una excepción. ¿Qué es
la normalidad? Si disfrutamos jugamos mejor. Priorizar lo colectivo. Pensar en
positivo. En determinadas situaciones es difícil lidiar con las emociones. Y
cuando le preguntan por su fuerza mental responde: “Creo que lo importante está
en la evolución que uno mismo busca. La pregunta es qué persona quiero ser”. En
su casa, con su mujer, que es arquitecta, hablan más de arquitectura que de
fútbol. A él le interesan más los estadios que el fútbol. Y en el concepto
estadio incluye el comportamiento de la afición. Para que quede claro de que
tipo de futbolista es, aclara: “No creo en el futbolista que se desvincula de
la vida cotidiana”.
Así sí. Podrían hacerle director de la sección deportiva del
periódico. En el diario, el resto de la sección de deportes son ERTES en el
fútbol y las consecuencias del virus en los deportes mayoritarios: el fútbol,
baloncesto y el ciclismo.
El 4 de abril, el País entrevista a Rummenigge, famoso futbolista alemán de los años setenta y directivo del
Bayern. Se descuelga pidiendo a los grandes clubes solidaridad con los
políticos. ¿Se les ha ocurrido en España algo parecido? ¿Se imaginan a los
presidentes del Madrid o del Barcelona solidarizándose con el Gobierno en su
lucha contra la pandemia? Un inciso, de la directiva del Bayern, también forma
parte Paul Breitner. Otro futbolista alemán de
comprometida trayectoria social. Luego nos preguntamos por qué los alemanes
resuelven mejor sus problemas con las crisis. Porque son más listos. Dicho sea grosso modo.
Dice que el virus nos puede ayudar a crear un fútbol más
racional (se refiere a la relación entre las finanzas de los clubes y los
sueldos de los futbolistas). Nos dice que se sale de esta crisis respetando
viejos ideales de solidaridad y moderación y que el fútbol puede ser un
ejemplo. Reconoce que las cifras de ingresos brutos era lo más importante hasta
ahora.
Acaba la entrevista y el periódico, en su línea editorial,
continúa la fiesta de la próxima normalidad. La preparación física de los
lesionados para cuando todo sea igual que antes.
Vuelve Valdano con su columna.
Habla de los nuevos ricos. Privilegiados pero comprometidos y empieza con una
frase que creo que no ha medido bien: “El fútbol es quizás, lo único que los
pobres han arrebatado a los ricos”. Queda bien, pero él mismo se desmiente a
continuación cuando afirma que las empresas de la revolución industrial y el
poder vieron en el fútbol una oportunidad de ordenar el ocio de la clase
obrera. El fútbol continuó siendo de los ricos y los poderosos que vieron en el
deporte dinero y patria, para someter a la población. Ellos dejaron de jugar y
se retiraron a sus deportes clásicos del tenis, la hípica, la vela.
Cree Valdano que al final de esta
crisis el fútbol nuevo será igual que el viejo “los ídolos volverán a sus
altares y bastará con tener una entrada para el próximo partido para sentirnos
protagonistas” Yo también lo creo, aunque no lo deseo. ¿Quién quiere que esto
sea así? ¿Qué el deporte no recupere, como dice Rummenigge, los viejos valores
de solidaridad y moderación? En la prensa no se rema en esa dirección.
El 8 de abril, y ya acabo con
este repaso, los titulares de la sección deportiva hablan de horizonte
mercantil desconocido. Calendario, contratos, mercado y lenguaje de páginas
salmón. Luego expone los recursos de los olímpicos para entrenar sin salir de
casa.
Mercado, mercado. En otra época, el deporte fue trasunto de
la guerra y su terminología hacía referencia a batallas y enfrentamientos. Hoy
es mercado, dinero. Precisamente cuando más necesitaríamos los valores que el
deporte puede conculcar, en estas publicaciones, está desaparecido.
Más allá de la inteligencia de
algunos entrevistados, curiosamente alemanes, o las columnas, que representan
la opinión de su autor, no la del periódico, las páginas deportivas no dan más
de sí que la casuística de la espera hasta que se recupere la normalidad…
mercantil. En ningún caso se habla de los valores perdidos del deporte, ni de otro
deporte posible, más participativo y solidario, de una ejemplaridad que vaya
más allá de la limosna, del deporte que hacemos los ciudadanos durante el
confinamiento.
Como siempre, deliciosas reflexiones. Perdona, Luis, pero más que alemán pareces un de esos catalanes que de la piedras sacan panes, como hacen los buenos escritores. Bueno, pues toca tu apunte una cosa que no sé si me da mucha risa o muchas ganas de llorar: los telediarios (i telenotícies!) y su ímprobo esfuerzo por seguir 'informando' sobre los deportes-negocios-espectáculos-comidasdetarro en tiempos de pandemia. Y la verdad es que resulta patético, esas presentadoras tan monas y de ropas tan ajustadas (para un público mayormente machote, sin duda) sacando punta a un tipo o una tipa que realiza denodados esfuerzos en el balcón de su casa, o en el pasillo o donde sea para mantener la forma. Entre otras agradables novedades que antes llenaban las páginas de famosos y cotilleos, un espacio que el deporte ha ido ganándose con el tiempo. En fin, mantennos al caso de lo que se cuece en esa prensa que ya a mí hace tiempo que se me hizo tan indigesta.
ResponderEliminar