Competición y mercantilización.
Ha llegado el momento de decir que en este libro hay
demasiados contenidos, demasiadas reflexiones para hacer alusión a todas. Incluso
teorías sobre la génesis del deporte, su carácter religioso, los espectadores,
el espectador y el que lo práctica, etcétera. Lo mejor es leer el libro. Pero
antes de despedir esta lectura, algunas notas sobre la vivencia en el deporte de los autores.
Paul Auster, parece que se estaba mordiendo las uñas
por las ganas que tenía de contar su experiencia y hace un discurso que es
fácil de suscribir, aunque parece más metafórico que literal: “Mi placer de
competir se refiere al placer de entregarse plenamente, concentrarse, escusa
para realizar el máximo esfuerzo, necesario para el placer” No se trata de
ganar, sino de hacerlo bien (este es un criterio privado –dice-)… Me aburre el
ejercicio por el ejercicio. Le pasa como a mí, no haría deporte por su forma
física ni por su salud.
Coetzee no está tan seguro de esa
manifestación del placer: “Lo que yo asocio a la competición no es placer en
absoluto, sino un estado de posesión en que la mente se ofusca en una única
meta absurda: derrotar a un desconocido por el que no siento ningún interés, a
quien no había visto nunca y a quien no volverás a ver”. Él ha tenido esa
experiencia jugando al ajedrez.
Y, al fin, expresan su desaliento por la imposibilidad de
hablar de deporte sin dar cuenta de la manipulación política y la
comercialización:
-
Los deportes codificados (cuando rebasan la
calle y el placer de estar con los amigos o la naturaleza) dejan de ser
invenciones y se convierten en instituciones. Con intereses y reparto de
beneficios. Esta es una realidad que sólo puede cambiarse con una revolución.
-
El mercado está saturado por los deportes más
mercantilizados.
-
No me gusta la imitación de la guerra que se
pretende del deporte.
-
Los números, la cuantificación (la marca y la
medida) como enemigos.
En un momento dado, buscando respuestas a la deriva de la
sociedad y de la época muestran su desaliento y lo dicen así (no recuerdo
quién): “Buscando respuestas solo se puede encontrar tristeza…”
Coetzee sigue el hilo de un comentario de Auster sobre las
faltas simuladas y la pérdida de tiempo y parece definitivamente enojado con
esta conversación, como si para él estuviera claro que el deporte es un mal,
aunque menor: “¿Pero por qué el deporte nos parece bueno? No te hace mejor
persona”. Aunque encuentra una virtud: “Te enseña a perder. La mayor parte del
tiempo que haces deporte, pierdes. Aunque quieran ignorarlo”.
Insisto, que lo mejor es leer el libro. Y si no este otro.
Querido luis
ResponderEliminarMeapuntare el libro en la lista de espera
No obstante, yo solo practico deporte o actividad fisica por salud , por el bienestar y el placer corporal.
La comoetición me abruma ...y no necesito otra razon , besos