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jueves, 8 de diciembre de 2016

Teoría del deporte según el boxeo 3. Ideas e ideologías

El boxeo quisieron domesticarlo en los Collegs británicos, también los deportistas prusianos, y revestirlo de un academicismo que lo preservara para las élites: misión imposible; cuando descubrieron que los negros peleaban por su libertad y los pobres por su supervivencia, los defensores de la supremacía blanca salieron en tromba para censurar y prohibir, no ya el boxeo, sino la imágenes de un negro vapuleando a un blanco (Leer Jack London. El combate del siglo). En la misma línea, con los matices que se quieran observar, sorprende en la actualidad el celo censor de periódicos y televisiones hacia el boxeo, sin que nadie se pregunte por qué no se atreven a erradicarlo.
No creo que sea casualidad que el boxeo, que es un deporte en el que siempre demostraron la supremacía los negros y los pobres, haya sido tan prohibido, tan ocultado y censurado. Solo los cubanos han hecho pedagogía de su práctica.

El boxeo arrastra una enorme carga ideológica. Pasolini describe a Nino Benvenuti: “El arreglo del pelo, su gesto de bribón y gallardo, la raya canalla”. Luego descubre su conexión con el utraderechista Movimiento Social Italiano MSI, y denuncia un destino físico en la ideología.
Eduardo Arroyo, cuando habla del boxeo en España, explica por qué se fusiló al semicadáver de Carlos Flix (destrozado previamente de una paliza): “Franco no torturó y mató solamente a los intelectuales, sino que persiguió a unos simples boxeadores por ser ídolos de su pueblo y solidarios con él”.
En estos otros libros que ahora traigo a colación, vuelve a aparecer el carácter literario del boxeo. Dice Luis Nucera en el prólogo de Panama Brown, el libro de Eduardo Arroyo: “La literatura sobre el boxeo,  o deportiva en general, no es competencia de la universidad… son los mismos boxeadores los que la forjan. Es una literatura del lumpenproletariado”.

Busco en ensayos y manuales una voz que, desde fuera, zanje esta cuestión sobre la relación del deporte con la inteligencia y viene en mi auxilio Emilio Lledó que dice, al hablar de Epicureo: “En los entresijos de la piel, en el callado territorio de la propia estructura corporal, yacía el fundamento… para poder descubrir la hermandad (del cuerpo) con la naturaleza y con el mundo”(:33). “Esa vuelta al cuerpo nos enseña, entre otras cosas, que él es el sustento de toda cultura, de toda historia, de toda sociedad” (:90).

Boxeo y literatura es un libro de Eduardo Arroyo que además de escritor es artista plástico (tal vez debería haberlo dicho al revés). En él abre una nueva dimensión del alcance de la simbiosis del deporte y el arte: “El boxeo sí era un deporte, pero también y sobre todo, era un terreno de sufrimiento; en cuanto al cuadrilátero, metáfora de un cuadro virgen, pronto se convertiría en una superficie cubierta de agua, sangre, resina y sudor” (recogido en el prólogo de Fabienne di Rocco). El resto del libro son documentos y narraciones gráficas, pero un libro que muestra secuenciádamente imágenes, se convierte en una narración: Historias insinuadas.


El boxeo es una metáfora de la vida y de la literatura, dice Moehringer, que añade: Del mismo modo que en realidad nadie quiere que boxees, nadie quiere que escribas. Nadie quiere que hagas nada, pero si has de hacerlo prepárate para la pelea” También es una metáfora del deporte.

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