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viernes, 3 de enero de 2025

Begonya Mezquita. Feridura

 

El cuerpo, la palabra y la memoria.

 Begonya Mezquita. Feridura. Edicions del Buc

Desde que nacemos cambiamos y no nos preocupamos de las razones, creces y creces y no pides explicaciones a tu cuerpo. No necesitas gimnasia ni tutores, creces y ya está. Pero no siempre es así, a veces, después de haber crecido, haber caminado, bailado, incluso, quien sabe, haber hecho juegos de manos o piruetas, el cuerpo se detiene o se alborota, se desbaratan las habilidades cotidianas como coger una cuchara, levantarte para abrir la puerta, echarte las manos a la cabeza. No contabas con eso, con tener que prestar atención a cada paso que das. Entonces ¿Qué pasa? De eso nos habla Begonya Mezquita en su poemario Feridura. La feridura es la denominación catalana del ictus.

A pesar de ser lector de poesía, se me escapa el criterio por el que pueda evaluar una obra poética, no lo intentaré. Feridura me ha emocionado y, al leerlo, me he visto inmerso en la expresión de un momento vital que entendí que tenía mucho de vivencia corporal. El poemario es una llamada, un grito, sobre la importancia de la percepción corporal en la conciencia de ser. 

Sin esperanzas. Frida Khalo

Esto es lo que entendí del relato que se configura leyendo poema tras poema. 

En los primeros momentos, el cerebro, estupefacto, intenta llegar a todas las partes del cuerpo con los que ha perdido la relación. Entonces todas las referencias de la vida son físicas, el aire penetra en los pulmones, pero cada bocanada es un alboroto, respirar ya no es gratis, el cerebro, que ha perdido el control del movimiento, apela a las imágenes, al recuerdo para intentar recuperar un esquema corporal que se ha desequilibrado. Entonces recurres al repaso mental de la anatomía, a esa nueva anatomía que la feridura le impone, como llegar al codo, a la muñeca, la tensión en la piel, el dolor en el dedo gordo y la ausencia de la mano al despedirse levantando el brazo, un adeu sense mà. Un dedo busca la vertical sin poderse levantar, buscas luz entre los nudillos, los pies se niegan a seguir tus deseos y caes a tierra. Un saco de huesos ignotos, una carcasa sense esquelet que se desploma. La mano se vuelve zarpa y el brazo cadell de gos, un cachorro inmóvil, que acunas en tu seno.

Rehabilitación tras un ictus

Esto no estaba previsto. Ya eres consciente de que el cuerpo no va a decidir por sí mismo como parecía que hacía antes. También le cuesta seguir tus deseos y la memoria de lo que hacías antes ahora no te sirve. Bailar, el recuerdo de un baile descalza no genera ninguna actividad en el cerebro. Y cuando llega el momento en que comprendes que todo ha cambiado, que no eres la misma, recurres a la palabra. Rescata el mot que t’arrancanva el riure, rescata la palabra y trágate la lágrima atravesada en la garganta. La palabra será el lenitivo, más que el lenitivo, para seguir adelante, para que la presencia de lo corporal deje se de ser tan excluyente. Aquí no se acaba todo. Habrá que crear otra conciencia corporal, verbal, definir lo límites, adecuar las exigencias y encontrar las palabras que conformen la realidad, bailar ya no será lo mismo, pero quien me ha dicho que no podré bailar ¿Quién dijo que el movimiento de la pluma en la mano no era un baile? 

Danza pintada

El cuerpo y la palabra se necesitan para trascender Y si falta la palabra serán los ojos los que nos expresen, la caricia o la proximidad. Y solo el desarrollo simultáneo de todas estas sensibilidades puede conformar la educación física que te permite la presencia en todos los momentos y en todas las circunstancias.

Decimos con frecuencia, y cuanto más mayores más veces, que solo damos importancia a la salud cuando se pierde. Es verdad que solo somos consciente de nuestro ser dinámico, coordinado, perfecto, cuando se alborotan nuestras neuronas. Cuando somos mayores es raro que no conozcamos a alguien que ha tenido que volver a aprender a andar, a coger, a hablar, a escribir. Es un privilegio que alguien te ponga delante de los ojos su experiencia. Para que, por si no lo sabías, te apliques el cuento, el poema.

Del libro Haikus y dibujos de David Ayora

Hay más poemas, poco a poco, cada vez más lejos de aquel momento en el que pudo parecer que se acababa todo, pero yo ya he dicho lo que quería decir. Hay que leerlo todo para entrever el momento en el que se encuentra quien tanto coraje puso en no rendirse.

 

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