Bleda y Rosa. Res comunnis IV. Paso del Pinar, Torralba del Pinar y Portería 2022
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Mi primera reacción al verla fue congratularme porque algo que estaba en mi imaginario y que me había llamado la atención cuando lo veía, había alcanzado el estatus de arte, de performance valiosa. Efectivamente, siempre que he viajado y me he encontrado con estos rastros de llamada al juego, los he fotografiado. Valgan unos ejemplos.
Grau Vell. Sagunto |
Quintanilla de las Viñas |
Eremitorio y gimnasio en Salas de los Infantes. Burgos |
Agés. Burgos |
La Puebla de Valverde. Teruel. Cruce de caminos |
Rodilana. Ávila |
También había encontrado en algún catálogo la obra de artistas que habían dedicado su sensibilidad a estas intervenciones polideportivas ¿?
Rafael Romero |
No era la primera vez que encontraba en una galería de arte una alusión al juego y al deporte. Ya hace tiempo me llamaron la atención las reflexiones de Andrea Canepa en su exposición de los Márgenes de Juego. Allí se hablaba de como se ve concernido el cuerpo por la realidad social y cultural a través de las condiciones normativas que el juego impone: las reglas y la interacción humana. Y como los juegos pueden ayudar al tránsito que educa a las personas a través del cuerpo.
Y de esta interacción del juego con lo social es de lo que nos hablan Bleda y Rosa. Así dice la descripción que acompaña su intervención en la exposición, “La acción consistente en la instalación de dos porterías situadas en terreno forestal y orientadas la una hacia la otra, distantes pero visibles entre sí, se plantea como una intervención efímera en el paisaje y su finalidad es conectar simbólicamente estas dos pequeñas poblaciones colindantes”.
Bleda y Rosa. Portería 2022 |
Por lo que conceden al juego el poder de relacionar
territorios obviando lo que les separa, términos, competencias, leyes o normas. El juego define un espacio en el que el comportamiento normativo no es político o territorial, un espacio donde rigen las normas del juego.
Que por otra parte se han de adaptar al terreno, su orografía, los dictados de
la naturaleza y la imaginación de los jugadores.
Todo un elogio a la potencialidad de jugar y una barrera al
deporte comercializado que excluye la intervención en el dictado de sus reglas
a los jugadores. Una utopía necesaria.
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