El cuerpo y el recuerdo.
Eduardo Mendoza, por medio de su personaje Javier Miranda, nos recuerda el valor de la corporeidad. Cuando se ve obligado a recordar ante el juez, en 1927, unos hechos que deben esclarecer “La verdad sobre el caso Savolta”, observa como su cuerpo participa del recuerdo:
“La mente humana tiene un curioso y terrible poder. A medida que rememoro momentos del pasado, experimento las sensaciones que otrora experimentara, con tal verismo que mi cuerpo reproduce movimientos, estados y trastornos de otro tiempo”.
Ya hemos hablado de este poder en otros momentos. Al dedicar
una entrada a Walth Witman,
Pero la expresión de un
hombre cabal no sólo está en la cara,
Está en los miembros y
en las coyunturas también, está, curiosamente, en las coyunturas de las caderas
y de las muñecas,
Está en su andar, en el
porte de su cuello, en la flexión del talle y de las rodillas; la ropa no la
oculta;
Andrea Canepa nos recuerda como la experiencia corporal puede desarrollar las capacidades de abstracción, creatividad, y expresividad a partir de situaciones azarosas, sin sentido, desconcertantes...
Últimamente llegan a mi Facebook numerosos mensajes, como cartas en una botella arrojadas al mar, sobre las preocupaciones de los profesionales de la Educación Física por adquirir recursos para las clases, ahora que las preocupaciones por el contagio del coronavirus exigen eliminar el contacto, usar pocos materiales y trabajar al aire libre.
Casi siempre son actividades que, encuentran su referencia en la salud, en la adquisición de habilidades motrices, la iniciación al deporte y juegos divertidos. Mientras que, como si fuera ajeno a la vida (y a la educación física), nadie parece muy preocupado por el papel del cuerpo en la generación de la memoria, en su íntima conexión con las emociones y los sentimientos.
La educación física no solo tiene que ver con los placeres que te procura el
momento de la práctica de un juego o el estremecimiento que acompaña a una
sensación. También recurrimos a nuestra educación física cuando reconocemos las huellas que deja en el cuerpo lo que
ocurrió e incluso cuando nos interrogamos sobre lo que es posible. Y no solo cuando observas
tu cuerpo, también cuando compartes el juego y la vida con el otro o la otra.
Y ningún profesor de educación física lo debía ignorar.
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