“¿A ti que te parece papá?”
Estaba absorto en la narración de
Parricidio, el cuento de Joyce CarolOates (Mágico, sombrío impenetrable. Alfaguara, 2015) sin poder levantar la
cabeza, cuando llegué a un pasaje que narra un suceso deportivo. ¡Cáspita!
Pensé, los americanos hablan del deporte como algo muy integrado en sus vidas…
Vamos por partes.
Parricidio cuenta cómo Lou-Lou, una mujer brillante, vive pendiente
de su padre (un premio Nobel de literatura). A él dedica su vida: Amor y
profesión; textualmente: “Esta es la
historia de cómo una hija preferida corresponde al cariño de su padre”.
En cuanto al suceso deportivo, la
propia Lou-Lou lo resume: “Yo jugaba al
hockey sobre hierba y papá estaba delante de la tribuna descubierta: vino un
número sorprendente de partidos aquel año; una chica me golpeó en la boca con
su palo y me arrancó un diente: este de aquí. Y papa dijo: “¿Qué llevas en la
mano, Lou-Lou?; y yo dije: “¿A ti que te parece papá?”, y el dijo, sin perder
comba: “A mí me parecen unos cinco mil dólares, Lou-Lou. Pero tú los vales.”
En otro momento explica cómo se sintió: “Estaba
entusiasmada, llena de exaltación. Era un momento clave de mi vida adolescente:
tenía quince años. No siempre había sido tan feliz ni me había sentido tan
orgullosa de mí misma pese a mi situación privilegiada en el aprecio de padre.
Ahora creía que mis compañeras se preocupaban por mí y que sabían quién era mi
padre, quién era Roland Marks”.
Luego, estaba picando unas
cebollas y pensando en el significado de la anécdota en el contexto de la
narración, cuando escucho en la radio a Michael Robinson, que habla de un parapléjico que dice “debo
todo al deporte: mi familia, mi ¿?...” Todo cosas que se derivan de la fama
y el dinero. Intento establecer una relación entre el relato radiofónico y la
historia de la novela, pero no cuadra. Yo también, en este mismo blog (Teoría del deporte. Agustín García Calvo 1) he contado mis inicios en el deporte y lo importante que fueron los refuerzos
que obtuve. Realmente ¿Quién de los que han persistido en la práctica deportiva
no ha alimentado su apego con las alabanzas de los demás? Bueno, no es malo que,
cuando haces algo bien, te lo digan. Esto vale para cualquier cosa que hagas.
A los adolescentes que hacen
deporte, les va muy bien estos refuerzos, y alguno hace la lectura de que lo
bien hecho bien parece, y lo aplican al juego que practican sin presión, sin
necesidad de prensa ni publicidad. Porque si te predispones a esperar la fama,
entonces jugar no vale para nada y si fiamos la importancia en el negocio se
pierde el ocio.
Los apegos vitalicios al deporte
generan esperpentos porque muchos deportistas se creen que haciendo bien eso
(cualquiera que sea la habilidad que exhiban) siempre les van a reír la gracia.
Y asistimos perplejos al discurso de, millonarios hasta el insulto, deportistas
que dicen que no se sienten queridos por la afición; suena a pitorreo y
sonroja.
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