Museo de Santa Cruz en Toledo
El juego, el deporte y la educación física dejan rastros,
que no me esperaba, en los caminos que recorro. A veces son tan leves como el que
hoy he encontrado.
Estaba visitando, por segunda vez en poco tiempo, el museo de Santa Cruz en Toledo y me
detuve frente a un escritorio en el no me había fijado otras
veces. Como si solo fuera una pieza del mobiliario
del museo.
El escritorio es del siglo XVII y, en contra de lo que es habitual,
los dibujos que tiene no son de temas bíblicos o de la historia sagrada. Son
temas de caza, pesca, labores agrícolas y una impagable escena lúdica de baño.
En el siglo XVII hay pocos rastros del juego y el deporte en
el arte en España. En la literatura, en el siglo XVI, como secuelas del
renacimiento, se publicaron las obras de Cristóbal Méndez; Libro del ejercicio y su provecho (1553); Arts Gimnastica, Mercurialis (1569). Ya en el diecisiete Rodrigo
Caro (1573-1647), Miguel de Cervantes (1547-1616) y algunos más hacen
referencia a los juegos olímpicos antiguos y algunos juegos caballerescos.
Fuera de España Pieter Bruegel el Viejo representa 83 juegos diferentes jugados
por 230 niños en su tabla Juego de niños
(1560). Y antes, François Rabelais (1494-1553), había dado buena cuenta de la
importancia del juego y de los juegos a los que se jugaba.
De esto otros saben más que yo.
A mí me ha gustado ver esos personajes desnudos, jugando y
divirtiéndose en un arroyo, ocupando el lugar en el que habitualmente hay una coronación
de espinas o una flagelación. Siempre hay alguien que escapa al pensamiento
general y hace más llevadera la vida.
La fotografía no es muy buena pero no da más de sí mi teléfono sin flash.
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