Galeano no es un espectador cualquiera. Se sitúa en la
pasión pero no es un forofo. Ya leímos esta forma de amar el deporte en
Pasolini, Auster y Coetzee:
El fútbol de antes |
“Yo no soy más que un mendigo del buen fútbol… y cuando el
buen fútbol ocurre agradezco el milagro sin que me importe un rábano cual es el
club o el país que me lo ofrece”
Yo también disfruto así. Ayer vi un trozo del partido de
Balonmano entre Francia y Noruega y quede subyugado por la emoción y la
cantidad de virtudes humanas —deportivas— de las que disfruté el tiempo que estuve
viendo el partido.
Como en otros libros, la lectura de este libro da casi todas
las claves de lo que se puede ver cuando se ve deporte. . Yo resumiría así sus contenidos:
—
Estructura y partes del juego: Jugadores,
estadios, espectadores, árbitros…
—
Sociología y política: la guerra danzada, la
publicidad en las camisetas “argolla de esclavos”, el opio de los pueblos, los
negros (Uruguay era entonces el único país que tenía negros en su selección” “Europa
nunca había visto un negro jugando al fútbol (1924)...se quedó anclado en
París. Allí fue errante, bohemio y rey del cabaret... (Andrade) fue negro, sudamericano
y pobre, el primer ídolo internacional del fútbol”, la pelota como bandera, una
alusión al machismo del fútbol y a la exclusión de las mujeres de la fiesta.
—
Épica y personajes: Gol de Meazza, Gol de
Severino, Andrade, Yashin, Hugo Sánchez…
—
Eventos: Mundiales, Olimpiadas, rivalidades.
—
Teoría y táctica: El gol olímpico, las jugadas
virtuosas, la máquina de hacer fútbol…
—
Algo de historia.
—
Escritores, artistas y periodistas. Hay una
entrada dedicada a Eduardo Chillida, que fue guardameta de la Real sociedad: “El
hombre que convirtió el hierro en viento:… sus manos poderosas arrojan al aire
el hierro y el hormigón, que volando descubren otros espacios y crean otras
dimensiones. Antes, en el fútbol, él hacía lo mismo con su cuerpo”. También
dedica un cuento a Camus.
Disfruten de la lectura y de vivir con pasión. Y después del
juego, como en esta otra historia “al anochecer de cada domingo, después del
partido, Severino se tomaba el barco y se volvía a Montevideo, al barrio, a los
amigos y a su trabajo en la usina”
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