Translate

lunes, 22 de mayo de 2023

Rosario Villajos. La educación física. Seix Barral 2023

 “Qué les pasa a quienes dan clase de Educación Física” (261)

Es una pregunta que se hace Catalina, la protagonista, o tal vez sea la narradora de esta historia terrible de dolor y violencia quien se la hace.

A pesar de que el titulo recuerda la asignatura de Educación Física, también llamada Gimnasia por la influencia que tuvo en sus orígenes de la cultura griega, no es este el tema de la novela. Y esa es la razón y la curiosidad por la que quise leerla. ¿De qué educación física habla? ¿Qué entiende la gente por educación física cuando no se habla de gimnasia?

La novela es el relato de las dos horas que suceden al abuso, a la violencia sexual que sufre Catalina, que tiene dieciséis años, por parte del padre de su mejor amiga (suceso que curiosamente en la contraportada califica de desagradable percance, lo cual quita bastante gravedad al horror que motiva la novela). Durante ese tiempo en el que huye de la casa y se ve obligada a hacer autostop para regresar a la suya, Catalina, estupefacta y sumida en un delirio provocado por la violencia vivida y el miedo por tener que exponerse al autostop y a la reacción de sus padres por si llega tarde o se enteran de que se ha dejado llevar en un coche por un extraño, repasa, recuerda, revive toda la violencia que ha sufrido en su vida por ser mujer, por tener cuerpo de mujer y querer vivir como si su cuerpo ni su sexo fueran un problema.

El relato es un dechado de temores inculcados, de agresiones orales, físicas, miradas de actitudes excluyentes y despectivas por ser chica, por ser guapa, por ser alta, por no ser guapa, por vestir como se viste o por no vestir como las demás…, por no ser chico. Los agentes del miedo y la enajenación corporal que sufre son todos los que la rodean. Su padre, su madre, sobre todo, con quien comparte temores ancestrales, su hermano, sus amigos, sus profesores, las vecinas, los pasajeros de autobuses, las miradas de los viandantes. Y el miedo inducido y explotado por los medios de comunicación, las revistas del corazón, los programas sensacionalistas que consagran a reporteros que buscan índices de audiencia para su programa y el estrellato para ellos, un miedo muñido por las imágenes, el relato escabroso y el horror que trasmiten.

Y este conjunto de actitudes que, en este momento tan cruel, no olvidemos que acaba de ser víctima de una violencia profundamente traumática, se le vienen a la cabeza como un torrente, es la educación física que ha recibido y forman el bagaje con el que tiene que afrontar su vida.

El relato de lo que Catalina sabe sobre su cuerpo a lo largo de su vida se centra en la culpa de lo que los demás piensen de ti y en el miedo al daño, el dolor físico. El cuerpo es un problema, sobre todo si eres chica. Catalina “está harta de que le digan que es ella quien desata el peligro contra sí misma solo por pisar la calle… Porque sin cuerpo no es ni está”. (291). Repito, no olvidemos que su pensamiento y su memoria están bajo los efectos de un trauma insoportable. Así el relato está tan centrado en el sufrimiento que se diría que su vida la ha vivido en un cuerpo perseguido, enfermo, enajenado y equivocado (tantas veces tuvo que pensar que le hubiera gustado ser chico). 

Yo creo que es un mensaje útil. El dedo puesto sobre la llaga de un olvido educativo como es la educación de la corporeidad y la construcción del ser humano contando con el cuerpo y los sentimientos que alberga el medio físico que nos pone en contacto con el mundo y con nosotros mismos. Tal vez sea también un toque de atención para el contenido y los objetivos de la asignatura Educación Física.

Naturalmente, titulándose la novela La educación física, y teniendo tanto protagonismo sus vivencias de estudiante debía aparecer la asignatura Educación Física. Y se crea un problema literario que no se soluciona poniendo mayúsculas que diferencien la asignatura del aprendizaje vital que conlleva el crecimiento, los cambios biológicos y las relación con el medio en el que vives. Supongo que en un audiolibro no se diferenciaría un concepto de otro. Así que llama a la asignatura Gimnasia (82) aunque a la gimnasia la llama Educación Física unas páginas más adelante (224) para denunciar que, también el profesor de aquella asignatura tocaba y violentaba el cuerpo de sus alumnas, más allá de las ayudas que pudieran justificarlo.

No sé por qué intuía que en este relato no podía faltar el retrato del profesor de Educación Física como un cerdo que “metía sus asquerosas manos por donde le daba la gana”. (225)

Catalina que “odia correr sin destino aparente” (261), lo que se supone que es una característica de la personalidad, no sé si de la relatora o el personaje, explica a la profesora que ha sustituido a Don Mariano, expulsado temporalmente, que ella no puede correr porque le duele el pecho. La profesora bromea, eso no será por el esfuerzo sino porque estás enamorada. Razón suficiente para que escriba,

“¿Qué les pasa a quienes dan clase de Educación Física?”

Soy un hombre, viejo, profesor de Educación Física. Mal punto de partida, si se atiende al relato, para situarme en el universo de Catalina, la protagonista de la novela. Por los años en que la autora recibía clases de Educación Física yo pude ser su profesor. Por tanto, estoy en una situación incómoda para juzgar un lugar tan común como el relato del profesor de gimnasia. Es un relato muy antiguo que, aunque no niego que exista la violencia que denuncia, puede formar parte de un rencor fácil de extender. ¿Por qué entre todos los seres que ejercen su violencia contra el cuerpo sólo se nombra como colectivo a los profesionales de la educación física? Seguramente ese rencor se me podría aplicar a mí porque yo también ayudé, también tropecé con ellas cuando me empeñaba en que jugaran a lo mismo que los chicos, también demostré con chicas conducciones corporales dados de la mano o mirándose a los ojos, ejercicios que en la adolescencia tenían más de inquietante emoción que de habilidad y que pudieron exceder la sensibilidad de algún hombre o alguna mujer. No, a los profesores de Educación Física no nos pasa nada. Tal vez tengamos que repensar contenidos, adivinar sensibilidades, como saber a dónde se dirigen quienes piensan que solo correrían por ir a algún sitio y asegurarnos de que el conocimiento del cuerpo tiene un sentido que trasciende la habilidad o la condición física.

Pero la educación física no es un problema solo de los profesores Educación Física. ¿Qué profesión tenía el padre de su amiga, el que la violentó? ¿Ingeniero, administrativo, mecánico…? ¿Qué les pasa a los ingenieros, administrativos, mecánicos…? ¿A qué se dedica su hermano, que cuando Catalina le pide jugar con él, recibe un balonazo y la sentencia a no formar parte del juego por ser chica? Y, sobre todo, cuando habla de la tortura, violación y crimen de las tres niñas, que puede ser que muchos lectores no sepan de que está hablando ¿Por qué no habla de los periodistas, de la cobertura mediática del llamado crimen de Alcasser que condicionó la vida de tantas mujeres? ¿Por qué no habla de Antena 3, de periodistas y comunicadores…? Sin ese contrapunto comprometido el libro corre el riesgo de pasar a formar parte del sensacionalismo que hace más daño que ayuda .

El problema de la mala educación corporal, de la manipulación y comercialización del cuerpo, trasciende a una asignatura. Seguimos siendo cuerpo cuando aprendemos literatura, matemáticas o cultura clásica. También cuando escribimos. Y cuando se da rienda suelta a un sentimiento tópico y manido y se nombra a un colectivo como responsable, resaltan las ausencias de crítica a la responsabilidad de los medios de comunicación y la literatura, que son el ámbito de quien escribe, los agentes que influyen en la educación física de la que el libro habla, mucho más que las modestas y casi anecdóticas dos horas de clase de Gimnasia durante unos pocos años de la vida.

Os invito a leer la crítica de otro libro que publique hace un año Delphine de Vigan. Nada se opone a la noche. La imagen del profesor de Educción Física es la misma.

(Sobre Villajos, Rosario. La educación física. Seix Barral 2023)

 

 

Y ahora aparte, al margen de esta lectura, quiero reseñar tres libros de épocas muy diferentes, con los que he ilustrado este relato, que tratan el tema de la educación física de la mujer. Bien diferentes entre sí, porque eran épocas distintas y planteamientos distintos.

1827. Gimnástica del bello sexo. Jacques Dubourg.

1903. Mine Haha o de la educación física de las niñas. Frank Wedekind https://barcelona.lecool.com/inspirations/mine-haha/

1995. Educación física de las niñas. Un enfoque feminista. Sheila Scraton

Y una lámina que ilustra los objetivos de la gimnasia durante la dictadura de Franco (1940 aprox).


 

2 comentarios:

  1. Excelente y documentado análisis. Creo que es bueno que lo leamos los profesores de EF, varones, para situarnos en el lugar de casos como el Catalina, "chica polilla” y empiezo a comprobar que no se encuentra contenta con su cuerpo, tiene miedos e incluso odia su cuerpo.
    No ayuda nada su familia, ni la sociedad en que vive.
    Pienso que la chica tiene una mente que la lleva a estados de ansiedad, tristeza…
    Tiene una educación represiva sobre su cuerpo.
    Pienso que seguir las horas vividas acompañando a Catalina, desde el inicio 18:16 hasta las 21:45, te hace pensar
    Interesante para los hombres y mujeres.

    ResponderEliminar
  2. Me gusta la critica que haces del libro , pero yo tambien me pregunto que les pasa a los profesores/as de Educación Física , porque, aunque este abuso de las mujeres es por supuesto, fruto de esta sociedad patriarcal y todos y todas somos complices en diferentes medidas. hay colectivos, como el de los profesores de Educación Fisica, que por su naturaleza son mas accesibles a atentar contra las mujeres. Por eso los que nos dedicamos a el cuerpo debemos de tener una formacion que trate todos estos temas, pero me consta que no existe , ni en la carrera , ni en las formaciones de entrenadores, ni en .... y si estan con poca profundidad.

    ResponderEliminar