El deporte ilustra gran cantidad
de metáforas de nuestro comportamiento y en él se retratan lo mejor y lo peor
de nuestra sociedad. Para que retratara lo mejor se inventó y se hizo
educativo pero, en estos momentos, el retrato más veraz que hace el deporte de
la sociedad es el de la impunidad con que se mueven en él “los malos”.
No pasarían muchos años de la existencia
del fútbol, o de cualquier juego que le precediera, para que alguien viera en
este enfrentamiento un trasunto de la guerra, antes de ver en él un negocio, o
tal vez al tiempo porque, una cosa y la otra siempre han hecho ganar dinero a
alguien. Este podría ser el punto de partida y esto es lo que nos viene a
contar Ángel S. Harguindey en su columna "fútbol es fútbol" de la sección “En Antena” del Pais del 8
de enero de 2019. Lo que hace es comentar la serie “Todo
por el juego” que se puede ver en la plataforma de Movistar.
En primer lugar desmonta
aquello de “fútbol es fútbol”; una
simpleza con la que se intenta destacar el carácter de juego azaroso, por
encima de las circunstancias corruptas e inmorales que rodean al negocio. Luego
se mete en terreno pantanoso y habla de la gran cantidad de delincuentes que
lavan su cara y la pasta en el deporte. Entonces se lanza a
dar algunos nombres de rapaces que han pasado por el deporte y los
juzgados. Y aquí da un paso atrás porque el gran problema no son los que han
sido descubiertos y juzgados sino la poca ejemplaridad de los castigos y que
son más los que consiguen no pasar nunca por los tribunales a pesar de su
evidente implicación en las tramas corruptas y su connivencia con los
políticos; sin nombrar, porque a pocos les importa, la degradación que hacen de un juego
que debía ser más ocio que negocio. Todo esto nos puede hacer llegar a la
conclusión de que las leyes favorecen la trampa, en el fútbol y en la sociedad,
y han creado un terreno propicio para la delincuencia en el que, los que han
sido pillados, es porque no han sido lo suficientemente malos, ya que los peces
gordos siguen en el poder como si éste fuera un territorio sin ley. Como si lo
fuera pero sin el como.
En fin. Lo malo de todo esto es
que sigo creyendo en el juego como un territorio feliz y atractivo. Un espacio
que deberíamos recuperar para los jugadores.
Últimamente aparecen numerosas
denuncias literarias sobre la degradación del deporte, lo malo es que forman
parte del carrusel mediático que engorda la popularidad del negocio. Tal vez
sea hora de hablar bien del deporte, si es que puedo. U olvidarse de él y
pensar que hay Educación Física más allá del deporte. en cualquier caso hay que ver la serie esa de "Todo por el juego"
.
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