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lunes, 17 de octubre de 2016

Teoría del deporte. Philip Roth. Némesis

Basta ya. No merece la pena seguir guardando en la memoria la lectura de la gran novela americana. Ya la leí y se acabó. Recomiendo a quien le interese el deporte y quiera desentrañar su sentido social y político que la lea. Esta escrita con el desgarro, el cinismo y el sentido del humor de la literatura grande. Y con el desprecio que siente Philip Roth por el ser humano que se deja manipular y los que le manipulan; el asombro de que, una práctica que debían ser un revulsivo moral, no te obligue a ser más persona sino un poco menos.
Para entender mejor a Philip Roth y a sus personajes indagué en su obra y me sorprendió que su novela Némesis (1910), tenga por protagonista a un profesor de educación física ¡Qué sorpresa! Durante casi toda la novela Cantor, el protagonista, es un ser impecable en el sentido de su práctica y su compromiso social.
“Quería enseñar a aquellos niños para que sobresalieran tanto en las actividades deportivas como en sus estudios, para que valoren la deportividad y cuanto podía aprenderse mediante la competición. Quería enseñarles lo que su abuelo le había enseñado: resistencia y determinación, valor y buena forma física, y a no permitir jamás que los zarandearan… solo porque sabían usar el cerebro”. 
El lanzador de jabalina que nunca la lanzó 
Cuando Cantor enferma, pierde su cualidad deportiva y tiene que moverse en una silla de ruedas (Este es el concepto de Némesis. Una especie de venganza divina cuando todo va bien) no consigue sobrellevar la vida con dignidad: “Crees en el cuerpo deformado, pero lo que realmente se te ha deformado es la mente” Se lo dice su novia que quiere seguir a su lado a pesar de la enfermedad. Y un antiguo alumno, al observar su deriva destructiva, recuerda: Mientras corría con la jabalina en alto, extendía el brazo hacia atrás y lo movía adelante para lanzar la jabalina por encima del hombro, y acto seguido, la arrojaba como una explosión; nos parecía invencible”.
No se fía Philip Roth del ejercicio de las facultades físicas que se termina con el músculo engordado. Clama por un juego dinámico que nutra al cerebro más allá del resultado obtenido. Si al menos lo supieran los educadores y los difusores de la educación física. Pero el deporte mercantil y la mentalidad aviesa del deportista se han apoderado de la educación física. En una entradas antiguas de este blog, cuando todavía ejercía de profesor de educación física, ya escribí de vivencias personales relacionadas con esto (Idiotes savants). Os contaré una historia sobre esto en la próxima entrada.

(La foto de ese espanto, que representa la juventud de su dueño, preside la entrada del gimnasio Atalanta de Valencia, y le viene al pelo a la historia contada y al concepto de idiotes savants)

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