Cuando la piel ha dejado de ser cómplice del amor
Buscar las palabras que expliquen lo que sentimos en nuestro cuerpo podría ser un objetivo de la educación física. El encuentro con la palabra podría ser el remedio a la incomprensión que con frecuencia encuentra quien se dedica a las actividades que exigen fuerza, velocidad, decisión, coordinación… Un universo de emociones que solo dejan huellas en la memoria, que no puede entenderse en la experiencia de otros, a no ser que la palabra venga en tú auxilio. Como si el cuerpo fuera el agente de lo efímero y la palabra tuviera el poder de fijar y trascender.
En su poemario, Desert de pells, verso a verso, Enric Monforte va plasmando lo que puede explicar de lo que siente, confiando en que las palabras acunen, adormezcan las urgencias de la piel.
Entre l’espant,
els meus dits somiaran
un llenç de paraules
En el espanto mis dedos soñaran
un lienzo de palabras. El deseo es que su piel seca, exhausta, se adorne de
palabras.
La meua pel
eixuta
s’abillará de paraules.
Cuando la piel ha dejado de ser cómplice, en
ausencia de las caricias que dan sentido al amor, se convierte en una barrera, en
un enemigo que acusa como la soledad, la sequedad, la ausencia del aroma y la
soledad, han convertido la piel agrietada por el duelo en un desierto árido.
Enric, lo dice en la solapa de su poemario, es un profesor
de educación física y sabe que la piel se tensa con el esfuerzo de los músculos,
que riega de sudor purificador la fatiga y te libera la mente. Pero ahora el
cansancio es distinto y perturbador. Ya no vale la fuerza ni acude el vigor
para que el corazón te permita correr sin dar tregua al dolor ni a la nostalgia.
En la laxitud de su cuerpo reconoce la muerte, pero no es la muerte clínica de
la que habla, es de esa extraña sensación que el desamor deja en un cuerpo
entrenado para sentir, para dominar el mundo con la acción. El cuerpo queda
arrasado por los sentimientos y no va a encontrar consuelo en los manuales de
entrenamiento ni en los recursos para armar una clase.
Dicen que la infancia es la patria del escritor. También lo
es del profesor de educación física y al escribir confía a la música, en la que
ve colores, y las palabras la redención. Pero sobre todo a la complicidad del
juego infantil. Al niño que liberó las palabras en el impagable “El misteri de les paraules”.
“Des que el temps és
temps, i sense parar-se cap segon, les paraules baixen juganeres pel riu;
algunes les utilitzaran els llavis, d’altres es convertirán en poemes, però la
majoria es perdran riu avall fins arribar a la mar. Si penseu que aquest és el
final, esteu equivocats, observeu atentament i descobrireu en cada gra d’arena
la paraula que un día va naixer al Llac”
Pero tengamos la fiesta en paz, tu cuerpo, que tan bien te
ha servido, ahora tiene que comulgar con las palabras y la música que elijas y,
si lo consigues, ya no volverás a ser el mismo. Este es el momento de la
educación física que trasciende al vértigo.
Enric Monforte es profesor de educación física y maestro. Le encanta la naturaleza y escribe para los niños, para los mayores y para él. Yo guardo su libro de poemas para cuando mi piel se seca y pide a gritos palabras. Y sus libros juveniles porque me encantan. No pienso dejárselos a mis nietos por si piensan que son solo suyos, se los leeré en voz alta y tal vez hagamos una representación teatral de las aventuras de Josep, Arnau y Mercé.
Enric Monforte, Desert
de pells. Premio de poesía 25 d’abril de la Vila de Benissa 2005
Un lleó a casa! Edelvives. Albades. Premi Samaruc 2005
El misteri de les paraules.
Edelvives. Ala Delta. 2000
No hay comentarios:
Publicar un comentario